Las indulgencias eran una práctica en la que la Iglesia Católica vendía certificados que reducirían la cantidad de tiempo que una persona pasaría en el purgatorio después de la muerte. Lutero argumentó que las indulgencias eran una forma de simonía (la compra y venta de oficios espirituales) y que socavaban el mensaje central del evangelio, que es que la salvación es un regalo gratuito de Dios a través de la fe en Jesucristo.
Purgatorio
El purgatorio era la creencia de que después de la muerte, algunas personas pasarían a un estado temporal de castigo llamado purgatorio antes de poder entrar al cielo. Lutero argumentó que no había base bíblica para el purgatorio y que era una forma de que la iglesia controlara a la gente a través del miedo.
La autoridad del Papa
Lutero argumentó que el Papa no tenía ninguna autoridad especial de Dios y que todos los cristianos tenían igual acceso a Dios. También rechazó la idea de que el Papa pudiera perdonar los pecados o que él fuera el líder de la iglesia cristiana.
La veneración de los santos
Lutero argumentó que la veneración de los santos era una forma de idolatría y que desviaba la atención de Jesucristo, el único mediador entre Dios y la humanidad.
Los sacramentos
Lutero argumentó que los sacramentos (como el bautismo y la comunión) no eran necesarios para la salvación y que no podían transmitir gracia a una persona. Creía que lo único necesario para la salvación era la fe en Jesucristo.
El papel del clero
Lutero argumentó que el clero no debería ser una clase separada de los laicos y que todos los cristianos estaban llamados a servir a Dios en su vida diaria. También rechazó la idea de que el clero tuviera algún poder o autoridad especial sobre los laicos.
El papel de la Biblia
Lutero argumentó que la Biblia era la única fuente de autoridad en cuestiones de fe y práctica. Rechazó la idea de que la iglesia tuviera alguna autoridad para interpretar o agregar a la Biblia.