* Para extraer confesiones de los sospechosos. La tortura se consideraba una forma de llegar a la verdad, incluso si implicaba utilizar métodos dolorosos o brutales. Esto era especialmente cierto en casos de brujería, herejía y otros delitos que se consideraban amenazas al orden social.
* Para castigar a los criminales. La tortura también se utilizó como forma de castigo por delitos que se consideraban particularmente atroces, como el asesinato, la violación y el robo. La gravedad de la tortura a menudo estaba determinada por la gravedad del delito.
* Para disuadir el crimen. La amenaza de tortura también se utilizó como forma de disuadir a las personas de cometer delitos. Las autoridades esperaban que al hacer que el castigo por el delito fuera tan severo, sería menos probable que las personas incurrieran en conductas delictivas.
* Para mantener el control social. La tortura también se utilizó como forma de mantener el control social y reprimir la disidencia. Al utilizar la tortura para castigar a quienes desafiaron el orden gobernante, las autoridades esperaban mantener a raya a la población y evitar la rebelión.
Sin embargo, el uso de la tortura no estuvo exento de críticas. Muchas personas, incluidos algunos filósofos y juristas, argumentaron que la tortura era moralmente incorrecta e ineficaz. Señalaron que la tortura podía dar lugar a confesiones falsas y que a menudo se utilizaba para castigar a personas inocentes.
Con el tiempo, el uso de la tortura disminuyó en Alemania y en la mayoría de los demás países europeos. Esto se debió en parte a la creciente influencia de las ideas de la Ilustración, que enfatizaban la importancia de los derechos humanos y la libertad individual. A finales del siglo XVIII, la tortura estaba en gran medida abolida en Alemania y en la mayoría de los demás países europeos.