El Congreso de Viena fue una importante conferencia internacional que tuvo lugar entre septiembre de 1814 y junio de 1815 con el objetivo de restaurar la estabilidad y la paz en Europa tras la derrota de Napoleón Bonaparte. Uno de los objetivos clave del Congreso fue restaurar las antiguas monarquías que habían sido derrocadas durante la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, y reafirmar el principio de legitimidad (el gobierno legítimo de los monarcas basado en el nacimiento y no en el consentimiento popular).
Como resultado del Congreso, se restableció la monarquía borbónica en Francia y la monarquía de los Habsburgo en Austria. El Reino de Prusia y el Imperio Ruso también obtuvieron importantes avances territoriales, mientras que se restablecieron o crearon otros estados más pequeños. El Congreso también creó la Confederación Alemana, una unión flexible de estados alemanes que tenía como objetivo prevenir futuros conflictos dentro de Alemania.
El Congreso de Viena logró en gran medida restaurar el absolutismo en Europa, aunque no eliminó por completo las ideas y movimientos de cambio político que habían surgido durante la Revolución Francesa. En muchos países europeos, había tensiones y luchas constantes entre los monarcas absolutos y los movimientos liberales o nacionalistas que buscaban una mayor participación política y derechos civiles. Sin embargo, el Congreso de Viena representó un intento significativo de restaurar el status quo prerrevolucionario y defender las formas tradicionales de autoridad en Europa.