Por Rainer Sousa
El granfuego de la ciudad deRoma , ocurrido la noche del 18 de julio del 64, aparece como uno de los crímenes más famosos e instigadores de toda la antigüedad. Al fin y al cabo, viviendo en una época de esplendor y prosperidad, ¿cuáles serían las motivaciones para llevar a cabo tal acto? A través de esta pregunta, la figura del controvertido emperador Nerón aparece como la clave de una respuesta aún debatida entre especialistas e historiadores.
Conocido como un emperador tiránico y autoritario, Nerón ascendió al poder en Roma con apenas diecisiete años de edad y, desde entonces, ha convivido con las diversas artimañas y conspiraciones que rodearon su alto cargo. . Mientras vivía con la amenaza de sus oponentes, era conocido por gastar de más, realizar grandes orgías y promover otras acciones exageradas, lo que le dio la figura de un emperador muy cuestionado.
Sobre el terrible incendio, muchos dijeron que habría sido otro fruto de la mente perturbada y manipuladora de Nerón. Para algunos, había ordenado en secreto un incendio provocado sólo para embellecer algunas partes de la ciudad de Roma que no le gustaban. Para otros, la misma acción desastrosa se llevaría a cabo con el objetivo de incriminar a los cristianos, que no se sometieron al reconocimiento del emperador como figura capaz de devoción religiosa.
En esta perspectiva que incrimina al emperador, tendríamos la confirmación de que el poder en Roma fue sometido a acciones que hoy escandalizan a muchos. Además, los informes de que Nerón tocaba descuidadamente su arpa mientras la ciudad ardía, contribuyeron a la quiebra moral de su imagen. Sin embargo, una nueva interpretación historiográfica pretende emprender otra lectura que se aleje del encuentro de tan vil gobernante.
Investigaciones recientes dicen que Nerón no estaba en las inmediaciones de Roma cuando tuvo lugar el gran incendio. Se encontraba en su residencia de Anicus, a unos cincuenta kilómetros de la capital del imperio. Tan pronto como se enteró de la terrible fatalidad, Nerón tomó las medidas necesarias para procurar que los daños fueran mitigados en la medida de lo posible. Sin embargo, varios romanos juraron haber visto a los servidores del emperador distribuyendo las hogueras por la ciudad.
Los estudios indican que el clima seco en el momento del incendio explicaría la rápida propagación del incendio y las diversas destrucciones que provocó. Al mismo tiempo, la creencia de muchos cristianos en un acontecimiento catastrófico que presagiaría el fin de los tiempos y el repudio de la veneración del emperador habría alimentado tales acusaciones infundadas. No casualmente Nerón establecería la persecución y muerte de un centenar de cristianos que lo acusaron injustamente y además desafiaron su autoridad.
Finalmente, debemos señalar que el propio Nerón fue cuestionado por sectores de la nobleza que no aprobaban su desempeño político como emperador. Unos meses después del gran incendio, que afectó incluso a algunas viviendas imperiales –como la recién construida “Domus Transitória” y otros edificios del Palatino– Nerón fue objeto de un terrible complot que acabó con su vida. De esta manera, vemos que otros intereses y sospechosos también estarían cerca de esas llamas polémicas y destructivas.
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