Por Rainer Sousa
En varias naciones del mundo, el deporte ocupa un lugar muy privilegiado entre los miembros de una determinada cultura. Este nivel de importancia viene a integrar ese selecto grupo de manifestaciones que explican la identidad cultural de una colectividad. Para los estadounidenses, el fútbol americano es una de esas manifestaciones importantes capaces de paralizar a miles de personas. Sin embargo, pocos conocen los orígenes de esta actividad tan apreciada en Estados Unidos.
Hace aproximadamente más de tres mil años, algunas civilizaciones de América Central y del Norte inventaron un juego que variaba según la región y la época en la que se practicaba. Para los aztecas el deporte se llamaba “tlachtli”, mientras que los mayas lo definían como “pok-ta-pok”. En este juego precolombino se organizaban dos equipos de siete jugadores que debían golpear un pequeño círculo de hormigón fijado en dos extremos del campo con una pesada pelota de goma.
Durante el juego, los participantes no podían usar los pies, las manos ni la cabeza. Para conducir el balón hacia el objetivo deseado sólo se permitía hacer uso de las rodillas, la cadera y los codos. Como la pelota de goma pesaba y la competencia era muy reñida, los jugadores utilizaban una serie de trucos que servían para proteger las partes más sensibles del cuerpo. A través de estas reglas, el juego comenzó bajo la atenta mirada de varios espectadores.
Sin embargo, alejándose del sentido deportivo, este tipo de competencia estaba dotada de una fuerte orientación religiosa a la cultura maya. Según la mitología de este pueblo, fue en un juego de “pok-ta-pok” que los dioses dieron origen al universo. De este modo, hay que señalar que los mayas entendían que esta práctica tenía un significado religioso-ritualista muy diferente al que adquieren hoy las competiciones deportivas.
Según algunas investigaciones, hay fuertes indicios sobre el sacrificio de una parte de los participantes en el juego. Lo que no está claro es si el equipo ganador o perdedor debería sufrir el reembolso. Varios antropólogos no se ponen de acuerdo sobre si los ganadores vivieron por el prestigio que alcanzaron o si los perdedores no podían ser sacrificados, ya que no podían complacer a los dioses.
Otro punto que descarta la función deportiva de este juego es la composición de elementos y el formato de la arena utilizada para el “pok-ta-pok”. La mayoría de las canchas destinadas al juego eran de grandes dimensiones y los arcos solían estar situados a una distancia de 10 metros del suelo. Teniendo en cuenta la baja estatura de los pueblos precolombinos, podemos ver que la jugabilidad no tenía gran importancia. Sin duda, el significado del juego no era el mismo que hoy emociona a los fanáticos norteamericanos.