Shaftesbury nació en la aristocrática familia Cooper y ocupó varios cargos políticos a lo largo de su carrera, incluido el de miembro del Parlamento (MP) de Poole y Bath. Sin embargo, se le recuerda mejor por sus esfuerzos humanitarios y su dedicación a la reforma social.
Uno de los logros más importantes de Shaftesbury fue su trabajo en la Ley de Fábricas de 1833, cuyo objetivo era regular las condiciones laborales en las fábricas y proteger a los niños de la explotación. También jugó un papel crucial en la aprobación de la Ley de Minas de 1842, que mejoró los estándares de seguridad y las condiciones laborales en las minas de carbón.
Shaftesbury fue un apasionado defensor de mejorar la vida de las familias de la clase trabajadora. Hizo campaña incansablemente por mejores viviendas, saneamiento y educación para los pobres. Estableció numerosas organizaciones benéficas, incluida la Ragged Schools Union, que brindaba educación a niños empobrecidos, y la Shaftesbury Society, que continúa apoyando a personas vulnerables hasta el día de hoy.
Además de su labor filantrópica, Shaftesbury era profundamente religioso y consideraba sus esfuerzos de reforma social como un deber cristiano. Creía que el gobierno tenía la responsabilidad de proteger y cuidar a los miembros vulnerables de la sociedad. Su fe lo motivó a trabajar incansablemente para aliviar la pobreza, mejorar las condiciones laborales y promover la justicia social.
Las contribuciones de Shaftesbury a la sociedad victoriana fueron inmensas y es ampliamente considerado como uno de los reformadores sociales más influyentes de la época. Su compasión, dedicación y compromiso inquebrantable para mejorar las vidas de los demás dejaron un legado duradero que continúa inspirando los esfuerzos de reforma social hasta el día de hoy.