Las tierras de la heredad eran típicamente trabajadas por los propios siervos o campesinos del señor, a quienes se les exigía que proporcionaran servicios laborales a cambio de sus tierras y protección. El señor también solía alquilar parte de su tierra a inquilinos, quienes pagaban el alquiler en forma de dinero en efectivo, cultivos o mano de obra. Los ingresos de estos alquileres eran una importante fuente de ingresos para el señor y ayudaban a mantener a su familia y su séquito.
La cantidad de tierra que un señor conservaba para sí también dependía de las condiciones políticas y económicas de la época. En tiempos de guerra o disturbios, era más probable que los señores se quedaran con una porción mayor de la tierra para garantizar su propia seguridad y autosuficiencia. En tiempos de paz y prosperidad, los señores podrían estar más dispuestos a alquilar sus tierras a inquilinos y centrarse en otras actividades, como el comercio o la guerra.
En general, la cantidad de tierra que un señor conservaba para sí era un factor importante para determinar su riqueza, poder y estatus dentro de la jerarquía social medieval.