El faraón era típicamente representado como una figura fuerte y poderosa, a menudo con cuerpo de hombre y cabeza de halcón. A menudo se le mostraba llevando una corona y portando un cetro y un cayado, que eran símbolos de su autoridad. El faraón también estaba rodeado por un séquito de funcionarios y sirvientes, que estaban allí para atender todas sus necesidades.
Se esperaba que el pueblo de Egipto mostrara al faraón total obediencia y respeto. A menudo se arrodillaban o se inclinaban en su presencia y se dirigían a él con títulos como "Su Majestad" o "Rey del Alto y Bajo Egipto". También se consideraba que el faraón era el protector de Egipto, y el pueblo acudía a él en busca de orientación y protección en tiempos de crisis.
A cambio, se esperaba que el faraón cubriera las necesidades de su pueblo. A menudo construía templos, monumentos y otras obras públicas para mejorar la vida de sus súbditos. También promulgaría leyes para garantizar la justicia y el orden, y dirigiría al ejército para defender a Egipto de sus enemigos.
El faraón era una figura central en la cultura del antiguo Egipto y desempeñaba un papel vital en la vida cotidiana del pueblo. Era un símbolo de poder, autoridad y protección, y era reverenciado como un gobernante divino.