Historia antigua

Nacionalismo

Nacionalismo

Por Rainer Sousa

Cuando trabajamos con el nacionalismo, siempre tenemos que volver a una primera definición, capaz de deducir qué es la nación. En un principio, entendemos “nación” como un conjunto de experiencias históricas, comportamientos, creencias y otros hábitos que definen la identidad de un pueblo. Sin embargo, cuando pensamos en la nación, vemos que la construcción de una identidad única es siempre problemática e inacabada.

A pesar de este problema conceptual, vemos que el nacionalismo se ha desarrollado en ciertas culturas, no sólo postulando el compartir una identidad colectiva, sino también promoviendo ciertas verdades y comportamientos en relación con los pueblos que lo hacen. no pertenecían a la misma nación. En cierto modo, al ver sus propios límites, el nacionalismo recurre al ámbito de las diferencias para priorizar a los pueblos y construir una visión positiva de sus pueblos.

Percibido más claramente en el siglo XIX, el sentimiento nacionalista puede verse como uno de los desarrollos más significativos generados por la Revolución Francesa de 1789. Al luchar contra las imposiciones del absolutismo, los franceses emprendió la formulación de un discurso amplio, en el que se confundía la voluntad del pueblo y de la nación con el deseo de suspender cualquier hábito o ley que estableciera el privilegio de un grupo en detrimento de la mayoría.

Aun con problemas visibles, especialmente en lo que respecta al conflicto de intereses entre la burguesía y los estratos populares, el sentimiento nacionalista se fortaleció como instrumento de movilización en los movimientos antimonárquicos que se desarrollaron. en la Europa del siglo XIX. En el mismo período, la ola nacionalista también cobró impulso con el imperialismo, que se basaba en la idea de la superioridad de una nación como justificación de su dominio en otras regiones del mundo.

Desde un punto de vista histórico, el nacionalismo también llegó a fomentar las rivalidades que darían sentido a la Primera Guerra Mundial. Después de todo, las rivalidades imperialistas siempre estuvieron cercanas a un discurso en el que el interés de una nación debería estar por encima de las amenazas “dañinas” de otras naciones enemigas. Como resultado, las nociones de superioridad y rivalidad resultaron ser “centrales” en la organización de las ideas nacionalistas.

A lo largo del siglo XX, el nacionalismo alcanzó su expresión más radical con el surgimiento de movimientos totalitarios en Europa. Más que simples defensores de la nación, estos movimientos adoptaron la idea de que las libertades individuales debían ser suprimidas en favor de un líder máximo, capaz de traducir y ejecutar los deseos de toda una colectividad. Al observar el horror y el fracaso de la Segunda Guerra Mundial, podemos ver el trágico resultado de este tipo de expresión extrema.

Incluso hoy, a pesar de la globalización y el acortamiento de las distancias entre los pueblos, el nacionalismo todavía aparece en la expresión de algunos pequeños grupos que rechazan el ideal contemporáneo de integración. En algunos países, los llamados neonazis, también aparecen alimentados por un nacionalismo que repudia la llegada de inmigrantes que abandonan su patria en busca de oportunidades y mejores condiciones de vida. Sin duda, la cuestión nacionalista sigue vigente en la actualidad.


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