El establecimiento de una fundición requirió inversiones sustanciales en equipos, mano de obra calificada, materias primas e infraestructura. Las fundiciones normalmente estaban ubicadas cerca de fuentes de materias primas, como mineral de hierro, carbón y piedra caliza, lo que aumentaba los costos generales de operación. Además, el proceso de fundición, fundición y acabado de productos metálicos requería experiencia especializada, por lo que era esencial contratar trabajadores calificados, lo que aumentaba aún más los gastos.
Por lo tanto, sólo las personas o entidades con el capital y el respaldo financiero necesarios podían permitirse aventurarse en el negocio de la fundición en la época colonial.