Las justas renacentistas derivaron su linaje de la tradición medieval de los torneos caballerescos. Desempeñó un papel importante en el entrenamiento de los guerreros y en la demostración de sus habilidades de lucha. Los justadores normalmente usaban armaduras pesadas y lanzas especialmente diseñadas que podrían romperse al impactar. El objetivo de las justas era derribar al oponente sin caerse, y las reglas y costumbres variaban según las diferentes regiones y épocas.
Las justas se volvieron cada vez más elaboradas durante el Renacimiento, incorporando elementos simbólicos y trajes ornamentados. Sirvió como un medio para que los nobles y caballeros mostraran su riqueza y estatus social. En ocasiones, las justas se entrelazaban con el boato, el arte y la literatura, realzando aún más su importancia cultural y artística.
Sin embargo, las justas también tuvieron sus aspectos más oscuros. Los accidentes no eran infrecuentes y durante los torneos podían producirse lesiones graves o incluso muertes. Con el tiempo, la práctica enfrentó crecientes críticas y cayó en desgracia. A finales del Renacimiento, las justas declinaron gradualmente como característica central de la vida cortesana y la guerra.