El siguiente nivel de la jerarquía social estaba formado por la clase sacerdotal, que era responsable de los rituales y ceremonias religiosas, así como de la educación y el aprendizaje. Los sacerdotes ocupaban una posición muy respetada en la sociedad egipcia y a menudo se los consideraba mediadores entre los dioses y el pueblo.
Por debajo de la clase sacerdotal estaba la clase alta, que incluía a ricos terratenientes, nobles, oficiales militares y comerciantes. Estos individuos tenían un alto estatus social y disfrutaban de considerable riqueza y privilegios.
La clase media estaba formada por artesanos, artesanos y comerciantes calificados. Desempeñaron un papel importante en la economía y la sociedad al proporcionar bienes y servicios.
La clase baja estaba compuesta por campesinos, jornaleros y esclavos. Constituían la mayoría de la población y eran responsables del trabajo agrícola que sustentaba la economía egipcia.
La sociedad egipcia también estaba fuertemente marcada por el género, y hombres y mujeres tenían funciones y responsabilidades distintas. Los hombres eran generalmente los jefes de hogar y eran responsables de mantener a la familia, mientras que las mujeres eran responsables de las tareas domésticas y de criar a los hijos. Sin embargo, las mujeres sí tenían algunos derechos y oportunidades en la sociedad egipcia, y algunas incluso alcanzaron posiciones de poder e influencia.
En general, la sociedad egipcia estaba muy organizada y estructurada, con una jerarquía y clases sociales claras. Esta estructura social fue esencial para mantener el orden y la estabilidad, y permitió el desarrollo de una civilización compleja y avanzada.