Tácticas de infantería de línea: Se preferían las formaciones lineales para desplegar la infantería en el campo de batalla. Los soldados permanecían hombro con hombro en largas filas de dos o tres filas y disparaban ráfagas al unísono, mientras otras filas recargaban sus mosquetes. Estas tácticas, conocidas como guerra lineal, requerían disciplina y trabajo en equipo, ya que a menudo provocaban bajas debido a la precisión limitada y la susceptibilidad a la artillería.
Cargas de caballería: Se empleó caballería pesada para ataques frontales contra formaciones enemigas. Estas cargas tenían como objetivo principal romper las filas del enemigo y causar desorganización. La caballería ligera se utilizó para explorar, hostigar y realizar incursiones detrás de las líneas enemigas.
Cargas de bayoneta: Los soldados de infantería estaban equipados con bayonetas, largos cuchillos fijados a los cañones de los mosquetes. Cuando estaban muy cerca del enemigo, participaban en combates cuerpo a cuerpo con bayonetas y espadas caladas.
Artillería: Los cañones y los cañones de campaña desempeñaron un papel vital en las batallas de artillería. Se utilizaron bombardeos de artillería para debilitar las posiciones enemigas antes de los asaltos de infantería o repeler las cargas de caballería. La eficacia de la artillería mejoró sustancialmente a lo largo del siglo XVIII con la introducción de piezas de artillería más ligeras y móviles.
Guerra naval: El siglo XVIII fue testigo de frecuentes batallas navales mientras las principales potencias, incluidas Gran Bretaña, Francia y España, competían por el dominio territorial y comercial. Los barcos de línea participaron en tácticas de línea de batalla, que implicaban largas columnas de barcos disparando andanadas (cañones montados en los costados de los barcos) entre sí desde corta distancia.
Fortificaciones: Los fuertes, castillos y fortificaciones desempeñaron un papel central en las estrategias defensivas. Los ejércitos frecuentemente empleaban la guerra de asedio para capturar fortalezas estratégicas, utilizando artillería pesada, guerra de trincheras y técnicas mineras.
Mercenarios: Muchos ejércitos incluían tropas pagadas o mercenarios como parte de sus fuerzas. Esta era una práctica común, ya que permitía a los países reforzar rápidamente sus fuerzas armadas sin depender únicamente del servicio militar obligatorio o de ejércitos permanentes.