1. Sangre:consistía en extraer sangre del paciente mediante ventosas, sanguijuelas o venesección. Se creía que eliminar la sangre "mala" restablecería el equilibrio y promovería la curación. Sin embargo, la sangría debilitó aún más a los pacientes, lo que contribuyó a su vulnerabilidad a las infecciones.
2. Remedios herbarios:Se utilizaron varias hierbas por sus supuestas propiedades medicinales, como milenrama, manzanilla y ajo. Sin embargo, estas hierbas carecían de las propiedades antibacterianas o antivirales necesarias para combatir eficazmente la fiebre puerperal.
3. Amuletos y amuletos:La superstición jugó un papel importante en la medicina medieval y muchas personas creían que usar amuletos o realizar rituales específicos podía protegerse de los espíritus malignos o las enfermedades. Estos rituales no tenían base científica y no contribuían al tratamiento de la fiebre puerperal.
4. Intervención religiosa:La oración y los rituales religiosos se utilizaban comúnmente para buscar la curación divina. Si bien la fe religiosa podía brindar consuelo a los pacientes, no curaba la fiebre puerperal.
5. Descanso y aislamiento:Algunos médicos reconocieron la importancia del reposo y el aislamiento de los pacientes con fiebre puerperal. Mantener al paciente en un ambiente limpio y evitar el contacto con personas infectadas podría reducir el riesgo de propagación de la enfermedad, pero no curaría la infección subyacente.
Es importante señalar que la alta tasa de mortalidad asociada con la fiebre puerperal durante la época medieval subraya los limitados conocimientos y recursos médicos disponibles en ese momento. En los siglos posteriores se produjeron avances significativos en la ciencia médica, las prácticas de higiene y la comprensión de las enfermedades infecciosas, lo que condujo a tratamientos más eficaces y mejores resultados para las mujeres afectadas por la fiebre puerperal.