Fuerza militar: El Imperio Otomano era una potencia militar y mantenía un ejército grande y bien entrenado. Los otomanos eran expertos en el uso de pólvora y artillería, y su caballería era especialmente temida.
Tolerancia religiosa: El Imperio Otomano era tolerante con las diferentes religiones y culturas. A musulmanes, cristianos y judíos se les permitió practicar sus religiones libremente. Esta tolerancia ayudó al imperio a mantener la estabilidad y atraer una variedad de trabajadores y comerciantes calificados.
Comercio y comercio: El Imperio Otomano fue un importante imperio comercial. Los otomanos controlaban las rutas comerciales entre Europa y Asia y también tenían un floreciente comercio marítimo. La economía del imperio también se vio impulsada por la producción de bienes agrícolas, como trigo, algodón y seda.
Diversidad cultural: El Imperio Otomano fue un crisol de culturas. La población del imperio incluía turcos, árabes, persas, griegos, armenios y judíos. Esta diversidad cultural contribuyó a la rica y vibrante cultura del imperio.