En 1830, se aprobó la Ley de Expulsión de Indios, que autorizaba al gobierno de los Estados Unidos a expulsar por la fuerza a las tribus nativas americanas de sus tierras ancestrales en el este y reubicarlas en territorio indio en el oeste. Esta política condujo a la expulsión forzosa de miles de nativos americanos de sus hogares, lo que provocó muertes y desplazamientos generalizados.
El gobierno de Estados Unidos también participó en una serie de campañas militares contra las tribus nativas americanas que se resistieron a la expulsión o que intentaron mantener su independencia. Estas campañas, como la Guerra del Halcón Negro y las Guerras Seminole, resultaron en la derrota y el sometimiento de muchas tribus nativas americanas.