En segundo lugar, los griegos emplearon tácticas militares superiores, como la formación de falange, que permitió a sus soldados hoplitas formar una formación densa y disciplinada que podía resistir las cargas de caballería e infantería persas. Los griegos también hicieron un uso eficaz del terreno, eligiendo campos de batalla ventajosos que favorecían sus estrategias defensivas.
En tercer lugar, las ciudades-estado griegas recibieron el apoyo de otras ciudades griegas que permanecieron independientes, como Argos y Megara. Estas ciudades proporcionaron refuerzos y suministros, reforzando la fuerza de las fuerzas griegas.
Además, los persas enfrentaron desafíos logísticos, ya que su enorme ejército requería importantes suministros y recursos, que se volvieron cada vez más difíciles de mantener a medida que avanzaban hacia Grecia. Las fuerzas griegas, por otra parte, tenían líneas de suministro más cortas y se beneficiaban del apoyo local.
Además, los griegos estaban muy motivados para defender su patria y su forma de vida, mientras que el ejército persa estaba formado por un grupo diverso de soldados de varias regiones conquistadas, lo que resultó en una moral más baja y una lealtad limitada a la causa persa.
En resumen, los griegos pudieron superar la abrumadora ventaja numérica de los persas mediante un liderazgo excepcional, tácticas militares, unidad y una fuerte motivación, y finalmente lograron la victoria contra un enemigo formidable.