En el caso de los judíos, los romanos reconocieron el judaísmo como una religión legítima y les permitieron practicar su fe libremente. Sin embargo, hubo ciertos períodos del dominio romano en los que los judíos enfrentaron persecución y restricciones. Por ejemplo, bajo el emperador Adriano en el siglo II d.C., a los judíos se les prohibió practicar ciertos aspectos de su religión, como la circuncisión.