Desde su descubrimiento en la década de 1960, el cementerio de Jebel Sahaba (Valle del Nilo, Sudán), de 13 milenios de antigüedad, ha sido considerado uno de los testimonios más antiguos de guerras prehistóricas. Sin embargo, científicos del CNRS y de la Universidad de Toulouse – Jean Jaurès han vuelto a analizar los huesos conservados en el Museo Británico y han reevaluado su contexto arqueológico.
Los resultados, publicados en Scientific Reports , muestran que no se trató de un único conflicto armado, sino de una sucesión de episodios violentos, probablemente exacerbados por el cambio climático.
Muchas de las personas enterradas en Jebel Sahaba presentan heridas, la mitad de ellas causadas por proyectiles, cuyas puntas se encontraron en los huesos o en el relleno donde se encontró el cuerpo. Sin embargo, la interpretación como prueba de una muerte masiva debida a un único conflicto armado siguió siendo debatida hasta que un equipo de antropólogos, prehistoriadores y geoquímicos emprendió un nuevo estudio de los miles de huesos, un centenar de piezas de piedra asociadas y todo el complejo. funerario (ahora sumergido por el lago Asuán) entre 2013 y 2019.
Se volvieron a examinar los huesos de 61 personas, incluido un análisis microscópico, para distinguir los rastros de lesiones de los daños posteriores al entierro. Se identificaron alrededor de cien nuevas lesiones, tanto curadas como no cicatrizadas, algunas con escamas líticas no reconocidas anteriormente todavía incrustadas en el hueso.
Además de los 20 individuos ya identificados, otros 21 esqueletos presentan lesiones, casi todas ellas sugestivas de violencia interpersonal, como marcas de impacto de bala o fracturas. Además, 16 personas tenían lesiones curadas y no curadas, lo que sugiere episodios repetidos de violencia a lo largo de la vida de una persona y ni un solo conflicto. Esta hipótesis se ve respaldada por el hecho de que algunos esqueletos parecen haber sido alterados por entierros posteriores. Sorprendentemente, hombres, mujeres y niños parecen haber sido tratados por igual en cuanto al número y tipo de lesiones o la dirección de los proyectiles.
Estos nuevos datos revelan también que la mayoría de las lesiones fueron causadas por proyectiles compuestos, armas arrojadizas (flechas o lanzas) compuestas por varias piezas líticas punzantes, algunas de ellas incrustadas lateralmente. La presencia de puntas cortantes de diversas formas, con variaciones en la orientación del borde, sugiere que el objetivo era lacerar y desangrar a la víctima.
Estos nuevos resultados rechazan la hipótesis de un cementerio de catástrofes vinculadas a una sola guerra. En cambio, este sitio indica una sucesión de incursiones o emboscadas limitadas contra estos cazadores-pescadores-recolectores, en una época de grandes variaciones climáticas (final de la última edad de hielo y comienzo del período húmedo africano).
La concentración de yacimientos arqueológicos de diferentes culturas en una zona tan limitada del valle del Nilo en esta época sugiere que esta región debió ser una zona de refugio para poblaciones humanas sometidas a estas fluctuaciones climáticas. Por lo tanto, la competencia por los recursos es probablemente una de las causas de los conflictos presenciados en el cementerio de Jebel Sahaba.
Este análisis, que cambia la historia de la violencia en la prehistoria, nos invita a reconsiderar otros yacimientos de la misma época.