Cuando Alejandro Magno ya luchaba en Asia, le llegaron extrañas noticias desde su tierra natal:su tutor Aristóteles había hecho públicas sus enseñanzas, esas mismas doctrinas con las que había imbuido la mente y el alma del joven macedonio, permitiendo que todos las conocieran. . La decepción de Alejandro queda registrada en la supuesta carta que envió inmediatamente al filósofo, citada por Plutarco:
La respuesta de Aristóteles, como continúa Plutarco, fue defenderse asegurándole a su alumno que debía estar tranquilo, porque en realidad sus tratados de Metafísica no servían para aprender e instruir, ya que fueron escritos por supuesto para servir de índice. o memoria a los ya adoctrinados . De manera inequívoca, sea o no apócrifa la respuesta, se trata de una clara defensa de la figura del docente, sin cuya guía el conocimiento no se puede interpretar. .
Aristóteles había sido llamado por Felipe II de Macedonia en el año 343 a.C. para que él sea el tutor de Alejandro. Para convencerlo fue necesario tener ciertos gestos de favor, entre ellos el otorgamiento de un lugar apropiado para el desarrollo de la labor educativa, como también nos dice Plutarco:
De los ocho años que Aristóteles pasó en la corte macedonia, sólo enseñó a Alejandro dos, hasta que inició su carrera militar, junto a otros jóvenes como Ptolomeo, Clito, Hefestión y Casandro. La enseñanza tuvo lugar en el Ninfeo cedido por Felipe, cuyos restos aún hoy tenemos la suerte de poder contemplar y visitar.
Se encuentra en Isvoria, a las afueras de la antigua Mieza macedonia de la que, además de los restos del Ninfeo, las excavaciones realizadas desde 1954 han encontrado varias tumbas helenísticas ricamente decoradas, algunos edificios residenciales e incluso un teatro de la época romana (descubierto en 1992). Hoy pertenece al municipio de Nausa, en Macedonia Central y las estribaciones del monte Vermio, a sólo dos kilómetros de la capital del mismo nombre.
El lugar donde Aristóteles enseñó su filosofía era un santuario dedicado a las ninfas, de ahí el nombre de Ninfeo, rodeado de vegetación, fuentes y manantiales. Aún conserva su encanto natural, realzado por las ruinas de los muros que sostenían una estoa de dos pisos con columnas jónicas, y las tres cuevas naturales que se incluyeron en el recinto del colegio. En la superficie de la roca vertical aún se pueden observar las aberturas donde específicamente se construyeron las vigas que sostenían el techo de la estoa o porche.
El lugar ya era conocido desde mediados del siglo XIX gracias al viajero francés Delacoulonche, pero la densidad de la vegetación hizo que permaneciera inaccesible hasta que el arqueólogo Photis Michael Petsas lo redescubrió en 1964. Se trataba precisamente de los restos de la estoa del mediados del siglo IV a.C., y su comparación con las descripciones de fuentes antiguas (principalmente Plutarco y Plinio), que permitieron a Petsas (director de las excavaciones hasta 1968) identificar el lugar con el Ninfeo y la escuela de Aristóteles.