Después de la división de Europa occidental y el Imperio romano de Oriente (bizantino), los textos griegos clásicos, incluidas las obras de Aristóteles, se perdieron en gran medida en Europa occidental. Sin embargo, los eruditos islámicos conservaron y estudiaron los escritos de Aristóteles durante esta época.
A mediados del siglo XII, Europa occidental experimentó un creciente interés por el conocimiento antiguo. La traducción de manuscritos árabes al latín comenzó, principalmente en el sur de Italia y España, donde musulmanes, judíos y cristianos coexistieron e intercambiaron ideas culturales e intelectuales.
Gerardo de Cremona, un erudito italiano, jugó un papel crucial en la traducción de numerosas versiones árabes de las obras de Aristóteles, así como comentarios de filósofos árabes como Averroes. Otros traductores notables incluyen a James de Venecia y Michael Scot.
La recuperación y recepción de los escritos de Aristóteles en Occidente tuvo un profundo impacto en el desarrollo del pensamiento filosófico y el surgimiento de la escolástica. Los eruditos medievales estudiaron y debatieron las ideas de Aristóteles, integrándolas con conceptos filosóficos cristianos e islámicos. Este proceso condujo al surgimiento de nuevas escuelas filosóficas y a la revitalización del discurso intelectual.