Figuras Históricas

Salustio

Salustio Cayo Salustio Crispo fue testigo directo de la transformación de la pequeña república romana en el vasto imperio que recordamos hoy. Vio cómo la constitución republicana colapsaba al no poder articular un sistema adaptado a las conquistas que se iban produciendo. La hegemonía del Senado dio paso a la gloria de grandes figuras como César, Pompeyo o Cicerón. La vida de Salustio transcurre paralela a la de estos grandes hombres y muchas veces se entremezclan.

La fecha de nacimiento de Salustio la conocemos gracias a San Jerónimo y su estudio de los historiadores que le precedieron. Sabemos así que Salustio nació en el año 86 a.C. en la ciudad de Amiterno, situada en el país de los sabinos, y que provenía de una familia plebeya pero acomodada, dueña de una casa en Roma. Pocas más noticias nos han llegado sobre la juventud de Salustio, aunque si hacemos caso a los rumores, su vida en Roma estuvo marcada por el libertinaje y la influencia que ejerció sobre él Niguro Figulo, un neopitagórico que cultivó el misticismo y la magia.

El primer registro de su vida política lo sitúa como cuestor en el 55 a.C. Dos años más tarde fue elegido tribuno de la plebe y participó activamente en las luchas políticas provocadas por el asesinato del líder del partido democrático, Clodio, perpetrado por los seguidores de Milón y Cicerón. Junto con otros tribunos de la plebe incitó al pueblo a volverse contra Milón, lo que provocó incendios y saqueos que terminaron con la entrega del poder a Pompeyo. No sabemos hasta qué punto Salustio estuvo involucrado en estos asuntos, ni el papel que jugó en ellos, aunque sí sabemos que años más tarde se reconciliaría tanto con Milón como con Cicerón.

Su nombramiento como cuestor le abrió las puertas del Senado, cargo que ocupó hasta el 50 a.C. cuando los censores Lucio Capurnio y Apio Claudio lo expulsaron del mismo, por razones que no están claras. La versión "oficial" era la vida inmoral que llevaba, pero muchos estudiosos han querido ver en su expulsión una purga política del Senado para eliminar a figuras afines al partido popular. Cualquiera sea el motivo, Salustio, perseguido, se acercó a Julio César, que ya se encontraba en el norte de la península italiana, buscando su protección.

Las siguientes noticias que tenemos de Salustio lo sitúan en Iliria, al mando de una legión luchando contra las tropas de Pompeyo, misión en la que fracasó. De aquellos años sólo conocemos fragmentos sueltos de su vida:en el año 47 a. C., ya como pretor, se le asignó la tarea de sofocar un motín del ejército apostado en Campania (tuvo que huir, perseguido por los soldados); y en el año 46 a.C. recuperó su escaño en el Senado y participó en las campañas del norte de África. Tras la victoria de César en la batalla de Tapsos, Salustio fue recompensado con el gobierno de la provincia de África Nueva. Fue tal el saqueo al que sometió a la población que tuvo que regresar a Roma acusado “de repetundis “Y sin la intervención de César probablemente habría sido condenado. Desde el año 45 a.C. (César morirá un año después) hasta la fecha de su muerte, en el año 35 a.C.,. se retiró de la vida política activa y se dedicó a escribir.

Salustio Tenemos certeza de que Salustio escribió tres obras:La conspiración de Catalina , La Guerra de Yugurta y Historias (este último nos ha llegado sólo parcialmente). No podemos estar seguros de la fecha en que fueron escritos, pero debido a la evolución del estilo y su estructura, así como a las alusiones que contienen a algunos personajes, suponemos que el orden cronológico es el que hemos utilizado para enumerarlos.

La conspiración de Catalina relata los acontecimientos ocurridos en Roma durante los últimos años del 60 a.C. entre los seguidores de Catilina y Cicerón, una conspiración que estuvo a punto de desatar una guerra civil (Cicerón también los plasmará en sus Catilinarias ). Salustio, que debió conocer de primera mano lo ocurrido, relata los hechos aunque comete algunos errores graves. Se le ha acusado de ser parcial al favorecer la figura de Julio César.

La guerra de Yugurta Se remonta unos años atrás y narra las guerras contra los númidas entre el 112 y el 105 a.C. Salustio nos cuenta tanto las campañas militares que terminaron con la victoria romana como los conflictos internos en Roma, donde las tensiones entre plebeyos y patricios aún estaban latentes. Aprovecha para hacer algunas observaciones morales sobre la situación de la Roma contemporánea y las virtudes de la antigua república.

De Historias sólo nos ha llegado un fragmento que abarca los años 78 al 67 a.C. cuyos acontecimientos más destacados son la guerra contra Sertorio, la revuelta de Espartaco, la guerra contra los piratas y la tercera guerra contra Mitriadres. Al no disponer de todos los libros, no podemos saber cuál era la intención de Salustio (aunque se especula que pudo seguir el trabajo de Lucio Sísena sobre la figura de Sila) ni los límites que quería poner a la obra. P>

Finalmente, hay tres obras menores, (Invectiva contra Cicerón y dos cartas a César) cuya autoría se le atribuyó, aunque hoy existe cierto consenso en descartarla.

Salustio es considerado el primer historiador latino, título que se debe en gran medida a la pérdida de las obras de otros autores que pudieron haberle precedido, como los Orígenes de M. Porcio Catón. Lo cierto es que ante él sólo tenemos constancia de “narratores rerum ” y anales, breves y que no ahondan en los hechos ni en los personajes.

Salustio Las características que más destacan en Sallustio son su capacidad de penetrar en el alma de los personajes y el fuerte carácter moralizante. contenido de su obra. En cuanto a aquellos, los que aparecen en sus libros son sometidos a un profundo estudio psicológico. Nuestro historiador no se resigna a ignorar las causas que motivan las acciones de los personajes, ya sean principales o secundarias, para lo que recurre a su instrumento más reconocido, el retrato, en el que recoge los principales rasgos de las figuras humanas descritas. y los agrupa en una unidad sintética y viva. Acompaña el retrato con discursos y cartas para reflejar la vida interior del personaje y los motivos que le llevan a actuar. Al igual que Tucídides, intenta reproducir fielmente el discurso pronunciado pero su objetivo es captar la emoción del momento, por lo que no le importa realizar los cambios necesarios para conseguirlo.

La vida de Salustio, más allá de rumores, no fue precisamente un compendio de virtudes. Sus libros, sin embargo, están impregnados de la exaltación de la virtus romano, como se refleja en los proemas que los preceden (aunque se discute si están vinculados o no con el resto de la historia). En ellos expone los motivos que lo llevan a escribir, desarrolla sus principios morales y defiende su obra histórica frente a la política y la oratoria imperantes en ese momento. El vigor de la acción, la búsqueda del bien de la patria y la imparcialidad política son los principios más defendidos por Salustio.

En cuanto a su estilo, denota una posición reaccionaria frente a la prosa ciceroniana imperante. Salustio, que recurre a la concisión, a la variedad de léxico y sintaxis y desdeña la cadencia impuesta por Cicerón, impone un estilo sobrio que le lleva a suprimir palabras innecesarias y a utilizar términos arcaicos y vulgares cuando lo considera oportuno. Todo esto se traduce en una prosa firme y directa, colorida y fuerte.


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