historia historica

El caballo y el hombre.

Desde hace unos miles de años, el hombre y el caballo se reúnen para realizar diversas tareas, como la agricultura, el transporte, la guerra e incluso el deporte. El caballo y el hombre.

Por Rainer Sousa

Cuando hablamos del proceso de dominación de la naturaleza, muchos libros se limitan a explorar hechos concretos como el uso del fuego, el descubrimiento de la agricultura o la invención de la rueda. En todos estos casos, observamos que el hombre es colocado como un autor individual que, mediante el uso de sus facultades mentales, ha logrado una conquista más en la lucha por la supervivencia. Sin embargo, nadie suele hablar de los beneficios que obtuvieron las comunidades humanas una vez que hicieron uso de los caballos.

Según estudios biológicos, el caballo existe desde hace unos 55 millones de años y tiene en el Eohippus uno de sus ancestros más antiguos. Hace unos tres millones de años, la especie Equus ya tenía pezuñas y tenía la capacidad de extenderse por diferentes partes del mundo. Y así, unos miles de años, el hombre y el caballo se reunirían para realizar diversas tareas que implicarían la agricultura, el transporte, la guerra e incluso el deporte.

En la Antigua Grecia tenemos la aparición del antiguo mito del centauro, una criatura fantástica, mitad hombre y mitad caballo. Desde un punto de vista filosófico, esta alegoría atestiguaba la combinación de la inteligencia que poseía el hombre con el vigor físico que tan bien dominan los caballos. Según algunos estudiosos, este personaje de la mitología griega tendría su origen en las antiguas tribus nómadas de Asia, que organizaban sus ataques con el uso de estos animales.

En la época medieval, los hunos eran una poderosa comunidad nómada que pasaba gran parte de su tiempo montados a lomos de este animal. Según algunos relatos, los hunos lucharon y, en algunos casos, durmieron sobre el propio animal. Con el tiempo, este animal también pasaría a formar parte de la rutina de las comunidades sedentarias. En este caso, la finalidad del animal se desplazó hacia la realización de tareas cotidianas y, principalmente, de producción agrícola.

Continuando a lo largo de la Edad Media, vemos que los europeos incorporaron al animal a su mundo y llegaron incluso a inventar academias encargadas del adiestramiento de los animales y la enseñanza de la equitación. Y no penséis que eran sólo los caballos los que se subordinaban a sus amos. Los pantalones, tan comunes en la ropa de moda contemporánea, se inventaron inicialmente para proporcionar más comodidad al montar en bicicleta.

En la Edad Moderna, más precisamente durante el período de colonización, los caballos aterrorizaron a las poblaciones nativas americanas. Al observar la situación, los conquistadores españoles difundieron rumores de que los caballos eran bestias de origen demoníaco. Según el propio Hernán Cortéz, responsable de la dominación de México, la importancia del caballo en la conquista del continente americano fue superada sólo por la intervención divina.

Quien piense que el caballo simplemente ha desaparecido en el mundo contemporáneo, está equivocado. En las primeras décadas de la Revolución Industrial, al crecimiento de los centros urbanos siguió un número rotundo de caballos empleados en las más variadas funciones. Durante la caída del Antiguo Régimen y en otras situaciones bélicas, comprobamos que la caballería era insustituible en la organización de las tácticas bélicas.

Aunque restringido al mundo rural y deportivo, vemos que los caballos todavía muestran su valor en el mundo contemporáneo. Varios tratamientos terapéuticos recomiendan la práctica de montar a caballo, como actividad que combina el esfuerzo físico y los beneficios de la socialización con el animal. Incluso en el mundo empresarial, el polo se señala como un deporte capaz de cultivar el liderazgo y la rapidez en la toma de decisiones. Al parecer, este poderoso cuadrúpedo todavía tiene su lugar en la vida diaria del hombre.


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