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El mundo sin botones

El mundo sin botones

Por Rainer Sousa

Hoy en día, el teléfono y otra parafernalia ofrecen cada vez más practicidad y comodidad para quienes quieren hacer que el mundo sea igualitario con un simple toque. Si bien la pantalla táctil no se hace cargo, aún facilitamos una buena cantidad de tareas que dependen de solo presionar un botón. La presencia de este elemento se volvió tan cotidiana que se llegó a crear la leyenda del “botón rojo”, responsable de una desgracia inimaginable.

Según las notas de un diseñador estadounidense, entre móviles, ordenadores, iPods y mandos llegamos a una media de 125 clics al día. Históricamente, el primer uso de botones lo realizó la Central Electric Company de Chicago, una empresa de suministro de energía eléctrica que desarrolló un interruptor de luz con dos botones:uno blanco con la función de “encendido” y otro negro encargado de “apagar”.

Sin embargo, antes de que el botón mostrara de qué se trataba, algunas otras herramientas tecnológicas como el gatillo, el piano, los telégrafos y las cámaras ya estaban ensayando nuestra próxima dependencia de este pequeño componente. . En las últimas décadas del siglo XIX algunas tareas manuales, como tocar una campana o girar una manivela, empezaron a perder terreno. En la mayoría de los casos, el “pequeño botón mágico” activaba un sistema eléctrico automatizado.

Sin embargo, toda esta facilidad no tendría un costo. El mayor uso de ordenadores y sus teclados, por ejemplo, sería responsable de algunas lesiones musculares graves. Además, quienes se han vuelto más aficionados a esta ola tecnológica de botones, restringen la capacidad de planificar y ejecutar tareas manuales simples. En una encuesta reciente, una escuela de California encontró en 2001 que el 30% no podía manejar un teléfono telefónico.

El apogeo de esta costumbre de utilizar botones en la vida diaria se vivió en la década de 1950. En aquella época, el simple toque de un botón tenía el poder de sacralizar una clara impresión de confort y modernidad. . En esa década, mucho antes de las elecciones de Fórmula I, compañías automotrices como Chrysler y Ford lanzaron modelos de automóviles con cambios de botón. El invento no tuvo éxito, ya que en algunos casos los dispositivos se confundían con la bocina del volante.

En nuestras vidas, los botones tienen una presencia muy peculiar y ya fueron objeto de una instigadora crítica en la película “Click”, creada en 2006. A través de esta interesante comedia, podemos ver cómo la tecnología y toda la rutina que la rodea, acaban afectando el ámbito de nuestras relaciones personales. De hecho, algunas costumbres y prácticas no pueden ser reemplazadas indiscriminadamente por la funcionalidad de los botones.


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