¿Cómo vivieron los prisioneros, en su mayoría judíos, su estancia en el campo de tránsito de Westerbork? A menudo muy diferente de cómo lo recordaron más tarde. Esto se desprende de un amplio estudio de cartas e informes de los campos realizado por la historiadora Eva Moraal. Recibirá su doctorado en la Universidad de Ámsterdam el 20 de septiembre.
El campo Westerbork era un extraño mundo crepuscular. Por un lado, parecía un pueblo "normal", donde la gente vivía, trabajaba y los niños iban a la escuela. Por otro lado, los habitantes del campo veían cada semana salir un tren de transporte hacia el este. No se sabía qué ocurrió exactamente allí, pero todos sabían que había que hacer todo lo posible para no acabar en las listas de transporte.
La historiadora Eva Moraal investiga en su disertación con el revelador título 'Si mañana no voy en transporte, por la tarde iré a la revista' cómo los prisioneros de Westerbork vivieron este extraño mundo y cómo lidiaron más tarde con sus recuerdos. Lo hizo comparando una gran colección de cartas y diarios del campo con memorias escritas por supervivientes de Westerbork después de la guerra. Parece haber una diferencia significativa en la forma en que la gente experimentó el campamento y en cómo lo recordaron más tarde.
“Tomemos, por ejemplo, el Marechaussee holandés, a quien los alemanes encargaron la vigilancia del campo”, dice Moraal. “Es sorprendente que los informes y las cartas que los prisioneros escribieron a sus casas plantearan tan pocas preguntas sobre su posición. Hubo comprensión, ellos también estaban obligados a hacer este trabajo, escribió la gente. Hicieron lo mejor que pudieron, de lo contrario probablemente enfrentarían medidas punitivas”.
Rizadores y gorros
Después de la guerra, cuando el peligro inmediato pasó, el abismo entre lo "correcto" y lo "incorrecto" se hizo mucho más profundo. “Se hicieron muchas más preguntas sobre la seguridad holandesa del campo. En las memorias escritas después, también se trata mucho más de resistencia, la gente intentaba explicar por qué no podían escapar. La mayoría de los redactores de cartas probablemente pensaron que era mejor trabajar con ellos. Por cada prisionero fugado, diez más iban en transporte, y estos también podrían ser familiares”, dice Moraal.
“Precisamente porque Westerbork era un mundo intermedio tan extraño, la gente intentaba tranquilizarse continuando lo más posible con su vida familiar. Las memorias son un lugar de reflexión y formación de identidad. Los supervivientes intentaron darle un lugar a sus propias experiencias”.
Moraal también realizó por primera vez una investigación sobre las diferentes formas en que hombres y mujeres vivieron el campo. “En las cartas que hombres y mujeres escribieron a sus casas se puede ver muy bien cómo afrontaron, por ejemplo, la falta de higiene en el campo. En esas cartas, las mujeres pedían al frente interno que les enviara cosas para su arreglo personal, rizadores y cosas por el estilo. Pensaron que era importante preservar algo de su identidad femenina”.
“Para los hombres, se trataba más de la pérdida de su estatus social. Por ejemplo, escribieron lo molesto que era no tener un sombrero que ponerse en el campo", dice Moraal. Sin embargo, la investigación de Moraal muestra que hombres y mujeres vivieron el campo principalmente juntos. La vida diaria giraba en torno al cuidado de los familia junta y tratando de escapar del transporte juntos.
Las cartas fueron excepciones
En su investigación, Moraal ha intentado visualizar la enorme variedad de experiencias de Westerbork. "Todos conocemos a cronistas famosos como Etty Hillesum o Philip Mechanicus, que escribieron sobre sus experiencias en el campo. El escritor medio de cartas de Westerbork utilizaba frases mucho menos bellas y metáforas sorprendentes, pero es precisamente a través de su trabajo que la diferente manera en que la gente experimentó el campamento queda claro.
Por cierto, la mayoría de los judíos de Westerbork nunca tuvieron la oportunidad de escribir una carta a casa. Moraal:“Para la mayoría de la gente, Westerbork era literalmente un campo de tránsito. Fueron transportados a los pocos días. Los escritores de cartas fueron la excepción. Personas que estaban en alguna lista en alguna parte. Por ejemplo, eran personas que se consideraban indispensables en el campo por su profesión. Pero también personas que lograron permanecer en el campo construyendo una buena relación con los judíos, en su mayoría alemanes, que tenían que elaborar las listas de transporte”.
“En la lucha por conseguir un 'Sperre' –el codiciado documento que otorgaba una exención temporal de la deportación– se había desarrollado un enorme favoritismo y corrupción dentro del campo. Eso también es algo que debes tener en cuenta cuando leas todos esos diferentes documentos del ego”.