Pocas figuras de la historia holandesa han capturado tanto la imaginación como el Conde Floris v. En 1296 fue asesinado violentamente por nobles de su entorno inmediato. Una nueva investigación sobre los antecedentes y motivos de los protagonistas revela que tanto la venganza personal como los motivos políticos jugaron un papel en el secuestro del Conde.
El 23 de junio de 1296, el conde Floris V fue capturado por nobles de su entorno inmediato durante una caza de halcones prevista. La intención era secuestrarlo y reemplazarlo con su pequeño hijo Jan, que se crió en la corte inglesa. El rey inglés Eduardo I, que había tenido un antiguo aliado en Floris, estaba furioso porque el conde se había unido a su oponente, el rey francés, por todo tipo de razones políticas.
Pero el conde había llegado a la conclusión acertada de que podía esperar poco apoyo del rey inglés en su lucha con Flandes. Cuando Eduardo se enteró de esta transición, aprovechó el descontento entre varios nobles, incluidos Gijsbrecht van Amstel y Herman van Woerden, para persuadirlos de que secuestraran a Floris y lo llevaran cautivo a Inglaterra. El noble brabante Jan van Cuyk, estrechamente relacionado con los nobles antes mencionados, desempeñó un importante papel como intermediario.
Caza de Valken
El día de su secuestro, Floris estaba en Utrecht para una reunión. Mediaría en un conflicto entre Gijsbrecht van Amstel y sus seguidores, por un lado, y Zweder van Zuilen, por el otro. Estuvieron presentes muchos altos nobles. Para los conspiradores, ésta era una oportunidad propicia para llevar a cabo su plan de secuestro. Después de las discusiones y la comida, el conde fue invitado a ir a cazar halcones, una recreación popular entre la alta nobleza.
La escena de la pradera urbana de Utrecht, en las afueras de Catharijnepoort, nos la describe visualmente Melis Stoke, la cronista contemporánea. Como secretario municipal de Dordrecht, entonces la ciudad principal del condado, y luego miembro del consejo del conde (1299-1305), fue testigo ocular y auditivo de los acontecimientos anteriores y posteriores al asesinato del conde Floris. Conocía personalmente a los protagonistas y también conocía bien el trasfondo político de la conspiración.
Al llegar a los pastos de la ciudad, donde los conspiradores que iban delante esperaban al conde, Herman van Woerden tomó las riendas del caballo del conde y pronunció las legendarias palabras:“Tus saltos de altura están terminados. Eres nuestro prisionero, te guste o no”. Floris pensó que se trataba de una broma y dijo riendo:“Ayuda, ic bin nochtan…”, pero no pudo terminar la frase. Porque Arend van Benschop, primo de Gijsbrecht van Amstel, agarró el gavilán que Floris llevaba en la mano.
El conde se dio cuenta de que la cosa iba en serio. Quería desenvainar su espada, pero Gerard van Velsen le espetó, muy emocionado:“Bi Gode, si pudieras hacer esa oda [lo lograrías]… es decir, aplastarte los dientes contra los dientes”. Melis Stoke expresó el enfado descontrolado de Van Velsen al no dejarle terminar sus frases. El conde fue trasladado a Muiderslot, donde permaneció retenido durante cinco días en condiciones espantosas.
Mientras tanto, la noticia del secuestro del conde se había extendido como la pólvora por todo el país. La población se trasladó a Muiderslot con la esperanza de poder liberarlo, pero los secuestradores lograron abandonar el castillo con Floris antes de que estuvieran completamente cercados. En su ruta de escape se encontraron con un grupo de agricultores cerca de Naarden que exigieron que se liberara al conde.
Gerard van Velsen, que iba delante, luego regresó con los otros secuestradores, desenvainó su espada y asesinó brutalmente al conde Floris, quien, atado a un caballo, no podía defenderse. Los Naardinger lo encontraron muerto. Está claro que matar al Conde no era la intención de los secuestradores. Fue el resultado de un intento de fuga que se les fue de las manos, con el que no todos los secuestradores estuvieron de acuerdo.
Motivos
¿Quiénes eran estos nobles y cuál era su motivo? La figura central de la trama era Gijsbrecht van Amstel, con quien Floris ya había tenido un conflicto veinte años antes. La razón fue que Gijsbrecht había construido una posición independiente en la zona fronteriza entre Holanda y Utrecht. Esto lo puso en conflicto con su señor, el obispo de Utrecht, quien, sin embargo, no tenía los recursos financieros y materiales para detener este desarrollo. Para ello solicitó la ayuda del Conde Floris.
Subyugó a Gijsbrecht van Amstel por la fuerza y lo mantuvo en cautiverio de 1280 a 1285. Herman van Woerden, cuñado de Gijsbrecht, logró escapar de la danza, pero tuvo que pasar de 1280 a 1288 en el exilio. Aunque ambos nobles se reconciliaron posteriormente con el conde e incluso recibieron un lugar honorable en el consejo del conde, permanecieron llenos de rencor.
Los cronistas contemporáneos lo tienen claro. El pastor de Brabante Lodewijk van Velthem, que escribió una continuación del Spiegel Historiaal de Jacob van Maerlant hacia 1315, pone en boca de Herman van Woerden durante la detención del conde en Muiderslot las siguientes palabras:“Señor conde, ¿recuerda lo que pasó antes? ? Mantuviste cautivo al señor de Amstel durante siete años y también a mí me expulsaste de mis posesiones”.
Después del asesinato, Gijsbrecht y Herman huyeron a Brabante, donde Lodewijk van Velthem debió conocer de primera mano los detalles de los hechos. Por ejemplo, Van Velthem menciona explícitamente que los nobles expulsados difundieron la historia de que Floris había agredido a la esposa de Gerard van Velsen. Entonces el asesinato por honor es el motivo del asesinato.
Willem Procurador, capellán del distinguido Brederodes, confirma que los nobles difundieron esta historia, lo que significa que debía estar muy al tanto de todo. Escribe en su crónica hacia 1322:“Los caballeros de Amstel y van Woerden, nobles de sangre, pero en sus perversas acciones parecidos a bestias salvajes, han tratado de mancillar su buen nombre (…) con una historia de todas las maldades posibles”.
Exaltado
Gerard van Velsen descendía de una familia Kennemer muy aristocrática que jugó un papel destacado en la lucha por la sucesión en Holanda (1203-1206), la llamada guerra de Loonse. En los casi cien años transcurridos desde entonces, la importancia de este género había disminuido drásticamente. En el momento del asesinato de Floris ya se acercaba a los cuarenta años, pero todavía era "guapo", un indicio para un noble que no había recibido el título de caballero y, por tanto, era de rango inferior.
Su lugar en esta compañía de conspiradores se debe al hecho de que se había casado con una hija de Herman van Woerden, Hildegonde. Gerard van Velsen ya había amenazado con matar al conde en el acto cuando fue capturado en el prado de la ciudad de Utrecht. Sin embargo, esa no era la intención de la conspiración y pudieron evitarlo en ese momento.
De la colorida descripción de éste y de los acontecimientos posteriores, uno tiene la fuerte impresión de que Van Velsen era un exaltado, alguien que no podía controlar sus impulsos. Sólo por eso la historia de la violación, que se dice que tuvo lugar al menos diez años antes, es completamente inverosímil. Van Velsen no parece haber sido alguien que durante años haya tenido la paciencia para vengarse.
Más bien, parece haber algo de verdad en la afirmación de Lodewijk van Velthem de que Gerard van Velsen había mordido al conde porque había hecho ejecutar a su sobrino por homicidio involuntario. Al fin y al cabo, un homicidio o un insulto podrían dar lugar a una venganza por parte de parientes y parientes consanguíneos.
Redes nobles
Aquí llegamos a un hecho crucial que jugó un papel importante en la sociedad de aquellos días:las relaciones de parentesco y de préstamo. Los miembros de la alta nobleza estaban estrechamente vinculados a través de matrimonios. Las personas se casaban en un círculo muy limitado, lo que daba lugar a la creación de una red de relaciones familiares. Investigaciones recientes sobre estas relaciones familiares, como las describo en mi libro, pintan un cuadro interesante de la red que sustentaba la conspiración.
En las relaciones medievales, la relación entre señor feudal y hombre feudal significaba también un vínculo no despreciable de fidelidad y lealtad. Como resultado, surgió en la nobleza la formación de clanes, que se manifestaron en comportamientos conflictivos, que a menudo entusiasmaban a la cronista Melis Stoke, y desempeñaron un papel claro en la conspiración contra el conde Floris. Los nombres de los conspiradores muestran que, con Gijsbrecht van Amstel como pivote, numerosos nobles, como parientes o como vasallos, participaron estrechamente en la ejecución del complot contra el conde. La cohesión dentro de este grupo (por cierto, no de toda la nobleza) aparentemente era lo suficientemente fuerte como para formar la base de estos trágicos acontecimientos.
El conde Floris V vivió en una sociedad en la que se produjeron fuertes cambios en todo tipo de ámbitos. El poder omnideterminante de la nobleza estaba menguando y una burguesía independiente en las ciudades comenzó a reclamar su parte del gobierno. El desplazamiento del centro de gravedad del campo a la ciudad, de la nobleza a la ciudadanía, ha tenido profundas consecuencias para la sociedad del siglo XIII.
Hasta donde sabemos, el conde Floris tenía los ojos abiertos a los acontecimientos sociales de su época. Además, debía tener una personalidad fuerte, de lo contrario no habría podido mantenerse en medio de las muchas (nobles) intrigas que tuvo que afrontar durante su reinado. Por lo tanto, su importancia radica en el hecho de que, al limitar a la nobleza dominante y pendenciera, aseguró el orden y la tranquilidad en el condado, promoviendo así el tráfico económico y, por tanto, la prosperidad. Por ello, el citado cronista Willem Procurador podría suspirar:"Que Holanda llore ahora que está privada de su conde, que le ha proporcionado el gran bien de la paz".