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El día de Luis XVI

El día de Luis XVI

Luis XVI en una película. El día del rey estuvo dividido entre compromisos y pasiones

Cómo Luis XVI pasó su día?

Entre mil compromisos claro, pero sin dejar de lado sus pasiones, que eran muchas.

En primer lugar, hay que olvidar el tipo de déspota y monarca autoritario siempre dispuesto a mandar a diestro y siniestro con fuerza del enorme poder que se le concedía, porque el carácter de Luis XVI era bien diferente:reservado, modesto y jovial, el último rey de Francia antes de la Revolución, a pesar del rango y del rol, siempre fue el típico buen tipo, de gustos sencillos, dispuesto a tratar con todos y cuidadoso de no mostrarse ni altivo ni superior por el cargo que ocupaba.

El soberano se levantaba cada mañana a las ocho y, según la etiqueta, vivía el momento solemne del "gran palanca" ; Leal al deber y respetuoso de las normas, Luis XVI, sin embargo, no podía soportar, ¡y cómo culparlo!, la excesiva rigidez de las normas vigentes, que intentaba aligerar lo más posible comportándose de forma espontánea e informal, de modo que tanto es así que no era nada raro verlo y oírlo bromear y reír a carcajadas con los ayuda de cámara de su habitación.

Después de un abundante desayuno elaborado con costillas, huevos, jamón y champagne (su apetito seguía siendo proverbial https://www.pilloledistoria.it/3848/storia-moderna/formidabile-appetito-luigi-xvi), el joven fue a su taller, sobre lo cual conviene ser preciso:no era, como ha querido hacer creer alguna historiografía adversa y falsa, un simple herrero con la única ambición de forjar cerraduras y candados, sino un experto en la materia, es decir, un riguroso y estudiante asiduo de mecánica y ciencias aplicadas, también dotado de una excelente destreza manual.

El día de Luis XVI

Retrato de Luis XVI

No sólo eso:Luis XVI pasó horas y horas aplicándose a libros y manuales de geografía. (https://www.pilloledistoria.it/3907/storia-moderna/luigi-xvi-passione-per-geografia), física y relojería, además de leer literatura clásica textos y de historia, un amor por la cultura que le convenció, una vez convertido en rey, de sustituir la antigua sala de juegos que tanto amaba su abuelo Luis XV. en una biblioteca bien surtida.

Luego hubo otras tareas obligatorias o conceder audiencias, estudiar la situación del país con ministros y colaboradores y presidir, al menos tres veces por semana, las reuniones del Consejo, mientras asistía a la celebración de la misa cada mañana, siempre representó para el muy católico Luigi más un placer que un deber.

Si es cierto que cazar fue otro de los hobbies esenciales del soberano, no se puede decir lo mismo del baile y veladas de gala, del cual intentó escapar lo antes posible para acostarse a más tardar a las diez.

En definitiva, una vida cotidiana sencilla, en la que el único lujo real permitido era la comida. .