La capacidad de un barco para flotar depende de su densidad total en comparación con la densidad del agua. La densidad promedio de un barco, incluidos su casco, carga y otros componentes, debe ser menor que la densidad del agua para que flote. Los barcos están diseñados con cámaras y compartimentos huecos para aumentar su volumen total y reducir su densidad promedio, lo que les permite desplazar más agua y experimentar una mayor fuerza de flotación.
Mientras un barco flota sobre el agua, puede hundirse si su densidad aumenta más allá de la del agua. Esto puede ocurrir debido a varios factores, como la absorción de demasiada agua por daños o inundaciones, sobrecarga del barco con carga o cambios en la estructura o diseño interno del barco. Cuando la densidad promedio del barco es mayor que la densidad del agua, la fuerza de flotación ya no es suficiente para soportar su peso, lo que provoca que el barco se hunda.