Los primeros años de vida y carrera de McCoy estuvieron llenos de desafíos. Después de la muerte de sus padres, se vio obligado a trabajar como jornalero a una edad temprana. Sin embargo, demostró una aptitud temprana para la mecánica, mostrando un talento inherente y una pasión por la ingeniería.
Impulsado por su sed de conocimiento y deseo de avance profesional, McCoy trabajó diligentemente para adquirir una educación formal. A través de determinación y sacrificio, finalmente llegó a Escocia, donde se matriculó en la Universidad de Edimburgo, centrándose en la ingeniería mecánica. Este viaje educativo lo dotó de las habilidades y la experiencia necesarias para perseguir su pasión por la invención.
Después de completar sus estudios en Escocia, McCoy regresó a América del Norte y comenzó su carrera como inventor experto. Consiguió un puesto como ingeniero y dibujante para el Ferrocarril Central de Michigan, lo que le brindó la oportunidad de adquirir experiencia práctica con la maquinaria utilizada en la industria ferroviaria.
Sin embargo, fue durante su mandato en Detroit Locomotive Works que McCoy logró su avance más significativo. En 1872, desarrolló y patentó su lubricador automático, que proporcionaba un flujo continuo de aceite a las máquinas de vapor. Este invento eliminó la necesidad de lubricación manual y redujo significativamente el desgaste de la maquinaria, aumentando su eficiencia y vida útil.
El invento de McCoy fue ampliamente adoptado por la industria ferroviaria y otros sectores, como la manufactura y la ingeniería marina. Marcó un avance sustancial en el campo de la lubricación, estableciendo el estándar para futuras mejoras e innovaciones.
A lo largo de su carrera, Elijah McCoy obtuvo varias patentes para sus inventos, que se expandieron más allá de su éxito inicial con el lubricador automático. Desarrolló continuamente nuevos sistemas y dispositivos de lubricación que mejoraron el rendimiento y la eficiencia de diversas industrias. Sus contribuciones le valieron el reconocimiento y el respeto entre sus pares y la comunidad de ingenieros en general.
A pesar de sus notables logros, el viaje de McCoy estuvo marcado por dificultades personales y discriminación racial. Como inventor negro durante una época de intensa segregación, enfrentó numerosos obstáculos y desafíos. Sin embargo, perseveró y demostró resiliencia y determinación en la búsqueda de sus sueños y aspiraciones.
Elijah McCoy falleció el 10 de octubre de 1929 en Detroit, Michigan. Su legado sigue vivo como inspiración para futuros inventores e ingenieros, un testimonio de su espíritu pionero, ingenio y dedicación para mejorar el mundo a través de la innovación.