Darío envió embajadores a Alejandro y le ofreció la mitad del imperio persa, diez mil talentos, su hija como esposa y una promesa de amistad y alianza. En la reunión, el general Parmenión insistió:Tu padre Felipe nunca había soñado con eso. Si yo fuera Alejandro, aceptaría. - Yo también, si fuera