1. Veteranos que regresan: Después de la guerra, millones de soldados varones regresaron a sus hogares y se reincorporaron a la fuerza laboral, lo que generó una mayor competencia por los puestos de trabajo. Muchos empleadores dieron prioridad a la contratación de hombres sobre mujeres, particularmente en industrias que tradicionalmente habían estado dominadas por hombres.
2. Expectativas sociales: La sociedad de posguerra puso un énfasis renovado en los roles tradicionales de género, y se esperaba que las mujeres regresaran a las tareas domésticas y priorizaran la crianza de sus familias sobre el empleo. Esta presión social obligó a muchas mujeres a dejar sus trabajos o ser expulsadas debido a prácticas discriminatorias.
3. Discriminación: La discriminación de género prevalecía en muchas industrias y sectores durante este tiempo. Las mujeres a menudo se enfrentaban a disparidades salariales, oportunidades profesionales limitadas y un trato injusto en comparación con sus homólogos masculinos. Estas condiciones alentaron a las mujeres a abandonar la fuerza laboral o buscar formas alternativas de empleo.
4. Reducción de las industrias bélicas: Muchas industrias que se habían expandido rápidamente durante la guerra experimentaron una reducción a medida que se reanudó la producción en tiempos de paz. Esta reducción provocó despidos generalizados, y las mujeres a menudo se vieron afectadas de manera desproporcionada debido a su concentración en estas industrias.
5. Falta de apoyo para el cuidado infantil: La disponibilidad limitada de servicios de cuidado infantil y sistemas de apoyo dificultaba que las mujeres con responsabilidades familiares continuaran trabajando a tiempo completo. Muchas mujeres tuvieron que elegir entre su trabajo y el cuidado de sus hijos, y muchas optaron por este último debido a las expectativas de la sociedad.
6. Estereotipos de género: Los estereotipos de género predominantes reforzaban la idea de que las mujeres eran menos capaces que los hombres en determinadas ocupaciones. Estos estereotipos afectaron las prácticas de contratación y perpetuaron la pérdida de empleos para muchas mujeres trabajadoras calificadas y experimentadas.
Estos factores en conjunto dieron como resultado una disminución significativa en la participación de las mujeres en la fuerza laboral después de la Segunda Guerra Mundial. No fue hasta finales del siglo XX que los movimientos feministas y los cambios de políticas comenzaron a abordar la desigualdad de género y allanar el camino para una mayor equidad de género en el empleo.