Quienes apoyan el uso del castigo corporal argumentan que puede ser un elemento disuasorio eficaz contra la mala conducta. Creen que los estudiantes que saben que pueden ser castigados físicamente por romper las reglas tienen menos probabilidades de hacerlo. Además, algunos partidarios del castigo corporal argumentan que enseña a los estudiantes a respetar la autoridad y ayuda a desarrollar la disciplina.
Quienes se oponen al castigo corporal argumentan que es una forma de abuso infantil y que no tiene cabida en las escuelas. Creen que el castigo físico puede causar daño tanto físico como psicológico a los estudiantes y que, de hecho, puede provocar más agresión y mala conducta. Además, los opositores argumentan que el castigo corporal no es una herramienta de enseñanza eficaz y que no ayuda a desarrollar el respeto de los estudiantes por la autoridad.
Hay evidencia que respalda ambos lados del argumento. Algunos estudios han demostrado que el castigo corporal puede ser un disuasivo eficaz del mal comportamiento, mientras que otros han descubierto que en realidad puede provocar más agresión y mal comportamiento. También hay evidencia que sugiere que el castigo corporal puede causar daño físico y psicológico a los estudiantes.
En última instancia, la decisión de restablecer o no el castigo corporal en las escuelas es compleja. Hay argumentos sólidos en ambos lados de la cuestión y es importante considerar todos los factores involucrados antes de tomar una decisión.