Las mujeres peregrinas que llegaron al Nuevo Mundo a principios del siglo XVII desempeñaron diversos roles dentro de sus familias y en la recién establecida colonia de Plymouth. Al igual que las mujeres en Inglaterra, sus responsabilidades principales eran administrar el hogar y criar a los hijos. Las mujeres peregrinas no tenían las oportunidades de educación o carreras que estaban disponibles para los hombres. Se esperaba que fueran obedientes a sus maridos y siguieran sus creencias religiosas. Las mujeres trabajaban largas jornadas cuidando a los niños, administrando el hogar y preparando las comidas. Confeccionaban ropa para la familia y cuidaban el jardín. Además de sus responsabilidades domésticas, las mujeres peregrinas también contribuyeron a la economía de la colonia participando en diversas actividades como hilar, tejer y cocinar. También ayudaron en los campos y ayudaron a cosechar las cosechas. A menudo acompañaban a los hombres en las expediciones de pesca y ayudaban a procesar la captura. Contribuyeron a la colonia proporcionando la mano de obra y las habilidades necesarias para iniciar una nueva comunidad en las duras condiciones del Nuevo Mundo.
A pesar de su condición subordinada, las mujeres peregrinas eran muy valoradas por sus contribuciones a la colonia. Fueron esenciales para el éxito del asentamiento y su arduo trabajo y dedicación ayudaron a garantizar la supervivencia y el crecimiento de la colonia de Plymouth. Con el paso del tiempo, las mujeres comenzaron a obtener más derechos y oportunidades y se volvieron cada vez más activas en la vida política y social de la colonia.