Algunos de los castigos que podían enfrentar las niñas y mujeres isabelinas que no obedecían a sus maridos o padres incluían:
- Abuso físico: A los maridos y padres se les permitía legalmente utilizar la fuerza física para disciplinar a sus esposas e hijas. Esto podría incluir palizas, azotes u otras formas de violencia física.
- Confinamiento: Las niñas y mujeres consideradas desobedientes podían ser confinadas en sus hogares u otros lugares, como un convento o una prisión. Esto se hacía a menudo para impedirles tener contacto con otras personas y disuadirlos de participar en nuevos actos de desobediencia.
- Divorcio: En algunos casos, un marido podía divorciarse de su esposa si ésta era considerada desobediente. Esto tendría graves consecuencias para la mujer, ya que perdería su condición de mujer casada y no podría volver a casarse sin el permiso de su marido.
- Desheredación: Las niñas y mujeres desobedientes también podrían ser desheredadas por sus familias. Esto significaba que no recibirían ninguna propiedad ni dinero de sus padres u otros familiares. Esto podría dejarlos en la pobreza y sin ningún medio de sustento.
Los castigos por desobediencia podrían variar dependiendo del estatus social de la niña o mujer. Por ejemplo, una mujer rica o noble podría tener menos probabilidades de sufrir abuso físico o confinamiento que una mujer pobre o común. Sin embargo, ni siquiera las mujeres ricas estaban inmunes al castigo, ya que aún podían divorciarse o ser desheredadas.