Los judíos estaban aterrorizados y conmocionados por la Kristallnacht. Muchos no podían creer que algo así pudiera suceder en Alemania, un país que consideraban su hogar. Se sintieron traicionados por el pueblo y el gobierno alemanes y temieron por su seguridad y el futuro de su comunidad.
La Kristallnacht fue un punto de inflexión en la persecución de los judíos en Alemania. Demostró que los nazis estaban dispuestos a utilizar la violencia y el terror para lograr sus objetivos y destrozó la ilusión de seguridad a la que muchos judíos se habían aferrado. Después de la Kristallnacht, muchos judíos comenzaron a hacer planes para abandonar Alemania, aunque sabían que sería difícil encontrar un refugio seguro.
La reacción de la comunidad internacional ante la Kristallnacht fue mixta. Algunos países, como Estados Unidos, condenaron la violencia, mientras que otros, como Gran Bretaña, fueron más silenciosos en su respuesta. La Sociedad de Naciones aprobó una resolución condenando el pogromo, pero no tomó ninguna medida concreta para detener la violencia.
La Kristallnacht fue un momento decisivo en el Holocausto y ayudó a allanar el camino para el exterminio sistemático de los judíos europeos.