1. Exploración Europea: La exploración de África por las potencias europeas en los siglos XV y XVI abrió nuevas rutas comerciales y aumentó la demanda de productos africanos, incluidos oro, marfil y especias. Este mayor contacto entre europeos y africanos también condujo al establecimiento de puestos comerciales y fuertes a lo largo de la costa africana, lo que facilitó el comercio de esclavos.
2. Auge del capitalismo y el mercantilismo: El ascenso del capitalismo y el mercantilismo en Europa durante los siglos XVI y XVII creó una demanda de mano de obra barata para trabajar en plantaciones y minas en América. Esta demanda proporcionó un fuerte incentivo económico para que las potencias europeas se involucraran en la trata de esclavos.
3. Inestabilidad política en África: La inestabilidad política y los conflictos en África facilitaron a las potencias europeas la adquisición de esclavos. A menudo se aprovechaban de las divisiones entre las sociedades africanas y se aliaban con ciertos grupos para tener acceso a los esclavos.
4. Colaboración africana: Algunos gobernantes y comerciantes africanos también participaron en la trata de esclavos, directa o indirectamente. Es posible que hayan capturado y vendido a su propia gente, o hayan facilitado el comercio de esclavos al brindar acceso a puertos y rutas comerciales.
5. Ausencia de leyes internacionales: En ese momento, no existían leyes o acuerdos internacionales que prohibieran o regularan la trata de esclavos. Esto permitió a las potencias europeas participar en el comercio sin enfrentar consecuencias legales.
Es importante señalar que la trata de esclavos no fue simplemente un asunto unilateral e implicó interacciones y colaboraciones complejas entre los europeos y diversas sociedades e individuos africanos. La trata de esclavos tuvo consecuencias devastadoras y duraderas para África, provocando la pérdida de millones de vidas, trastornos sociales y políticos y la perpetuación del racismo y la desigualdad.