Sin embargo, la popularidad de Cleopatra no se extendió a todo Egipto. Las clases altas y la clase sacerdotal a menudo la criticaban y la veían como una amenaza a su poder. También les molestaban sus estrechos vínculos con Roma y temían que eventualmente cediera Egipto al Imperio Romano.
A pesar de estas críticas, Cleopatra pudo mantener su poder durante casi dos décadas. Lo hizo manejando hábilmente el complejo panorama político de Egipto y apelando a la gente común. Cleopatra también utilizó su riqueza e influencia para obtener el apoyo de poderosas figuras romanas, como Julio César y Marco Antonio.
El reinado de Cleopatra llegó a su fin en el año 30 a. C., cuando se suicidó tras la derrota de sus fuerzas a manos de Octavio (más tarde conocido como César Augusto). A pesar de su trágico final, Cleopatra sigue siendo una de las figuras más emblemáticas de la historia y todavía hoy se la recuerda por su belleza, inteligencia y poder.