Tras el asesinato, Bruto se dirige al pueblo romano e intenta justificar sus acciones. Dice que César era "el amable bastardo de la Fortuna" (3.2.25), lo que significa que tuvo suerte y tuvo éxito, pero no era legítimo ni merecía su poder. Bruto también se refiere a César como "el coloso" (3.2.26), comparándolo con una estatua gigante que ahora está caída. Estas personificaciones ayudan a crear una sensación de grandeza y poder de César, incluso en su muerte.
Otro ejemplo de personificación en Julio César es cuando Antonio se refiere al espíritu de César como "el fantasma de César" (3.1.45). Esta personificación ayuda a crear una sensación de presencia de César en la obra, incluso después de su muerte. También sugiere que el espíritu de César todavía está activo y poderoso, y que puede buscar venganza contra sus asesinos.
En general, el uso que hace Shakespeare de la personificación en Julio César ayuda a crear una descripción vívida y memorable del asesinato y sus consecuencias. También ayuda a crear una sensación de grandeza y poder de César, incluso en su muerte.