El ataque fue un ataque preventivo de los japoneses para evitar que la Flota del Pacífico de los Estados Unidos interfiriera con los planes de Japón para expandir su imperio en el sudeste asiático. Los japoneses esperaban que al destruir la Flota del Pacífico, Estados Unidos no podría lanzar un contraataque y se vería obligado a negociar un tratado de paz favorable a Japón.
Sin embargo, el ataque tuvo el efecto contrario. Estados Unidos se indignó por el ataque e inmediatamente declaró la guerra a Japón. El ataque también unió al pueblo estadounidense y condujo a una movilización masiva de recursos para el esfuerzo bélico.