La invención del arado de acero hizo posible cultivar el duro césped de las praderas de las Grandes Llanuras. La aprobación de la Ley de Homestead de 1862 ofreció tierras gratuitas a los colonos que aceptaran vivir en ellas y mejorarlas durante al menos cinco años. La finalización del ferrocarril transcontinental en 1869 proporcionó a los colonos una forma fácil y económica de viajar hacia Occidente. Estos tres factores se combinaron para alentar a millones de estadounidenses a trasladarse a Occidente y establecerse en la frontera.