Esta diferencia de enfoque llevó al surgimiento de dos facciones principales dentro del movimiento abolicionista:los "guarnicionistas" radicales y los "abolicionistas políticos" más moderados. Los abolicionistas políticos, representados por figuras como Frederick Douglass y Wendell Phillips, estaban dispuestos a participar en el activismo político, participar en elecciones y buscar alianzas con políticos antiesclavistas.
Garrison, por otro lado, creía que la Constitución de Estados Unidos era inherentemente pro-esclavitud y que el compromiso político era inmoral e ineficaz. Sostuvo que la única manera de lograr la verdadera emancipación era a través de una revolución moral que rechazara el sistema político existente y se basara únicamente en la persuasión moral, el boicot y la acción directa. Esta postura intransigente enajenó a algunos abolicionistas que sintieron que obstaculizaba la eficacia del movimiento y su capacidad para lograr resultados tangibles.
La división entre Garrison y los abolicionistas políticos se volvió particularmente pronunciada en la década de 1840, con el surgimiento del Partido de la Libertad y el creciente debate sobre el compromiso político. Garrison y sus seguidores se opusieron a la participación del Partido de la Libertad en las elecciones y a su voluntad de llegar a acuerdos con plataformas políticas no abolicionistas. Argumentaron que tales alianzas diluían la pureza de la causa abolicionista y socavaban el objetivo de la emancipación inmediata.
A pesar de la división, la influencia de Garrison en el movimiento abolicionista y su contribución a la causa de la emancipación siguen siendo significativas. Su compromiso inquebrantable con la emancipación inmediata, su convicción moral y su trabajo editorial a través del periódico The Liberator jugaron un papel crucial en la formación de la opinión pública y la movilización de apoyo a la causa abolicionista.
Además, el enfoque intransigente de Garrison, aunque controvertido en ese momento, influyó en la dirección del movimiento y sirvió como catalizador para formas más radicales de activismo, incluida la desobediencia civil y la acción directa no violenta. Su insistencia en la pureza moral y su rechazo al compromiso sentaron las bases para futuras luchas por la justicia social y la igualdad en Estados Unidos.