El desarrollo del sistema ferroviario jugó un papel fundamental para facilitar la expansión hacia el oeste en los Estados Unidos. Los ferrocarriles permitieron un transporte más rápido y eficiente de personas y mercancías a lo largo de vastas distancias del continente americano. Esta infraestructura hizo posible que un gran número de colonos migraran hacia el oeste y establecieran nuevas comunidades en regiones que antes eran remotas e inaccesibles. La construcción del ferrocarril transcontinental, terminada en 1869, fue un hito importante que simbolizó la expansión de la nación hacia el oeste y provocó profundas transformaciones económicas, sociales y culturales.