Aislamiento geográfico: Estados Unidos estaba geográficamente separado de Europa por el Océano Atlántico, lo que proporcionaba una sensación de seguridad y distanciamiento de los conflictos en Europa.
Precedente histórico: Estados Unidos tenía una larga tradición de aislacionismo, que se remonta al discurso de despedida de George Washington en 1796, donde aconsejó al país que evitara alianzas permanentes y compromisos extranjeros complicados.
Leyes de Neutralidad: El gobierno de Estados Unidos había aprobado una serie de Leyes de Neutralidad en la década de 1930, cuyo objetivo era evitar que el país se viera arrastrado a conflictos extranjeros. Estas leyes impusieron restricciones a la venta de armas, préstamos y viajes de ciudadanos estadounidenses a naciones beligerantes.
Preocupaciones internas: Estados Unidos se centró en sus propios problemas internos, incluida la Gran Depresión, la Prohibición y el sufragio femenino. Muchos estadounidenses creían que el país tenía suficientes problemas que afrontar como para verse involucrado en guerras extranjeras.
Evitación de enredos: Estados Unidos quería evitar los enredos políticos y militares que habían arrastrado a los países europeos a la guerra. Los aislacionistas argumentaron que Estados Unidos no debería tomar partido en los conflictos europeos y que debería priorizar sus propios intereses y seguridad nacionales.
Falta de amenaza directa: Al comienzo de la guerra, Estados Unidos no percibió una amenaza inmediata a su propia seguridad o territorio por parte del conflicto en Europa. El sentimiento predominante era que la guerra era un asunto europeo y que Estados Unidos podría servir mejor a sus intereses manteniéndose al margen.
Opinión pública: La opinión pública estadounidense estaba firmemente a favor de permanecer neutral y evitar involucrarse en la guerra. Muchos estadounidenses se oponían a la idea de enviar tropas al extranjero para luchar en un conflicto extranjero.
Es importante señalar que el aislacionismo estadounidense se erosionó gradualmente a medida que avanzaba la guerra y acontecimientos como el hundimiento del Lusitania, la guerra submarina sin restricciones por parte de Alemania y el Telegrama Zimmermann llevaron a un creciente apoyo a la intervención. Sin embargo, al comienzo de la guerra, el aislacionismo era el sentimiento dominante en la política exterior estadounidense.