Industrialización: Estados Unidos se había convertido en la principal potencia industrial del mundo a principios del siglo XX, gracias al crecimiento de industrias como la del acero, la automotriz y la petrolera. Este crecimiento industrial provocó el surgimiento de grandes corporaciones y un desplazamiento de la fuerza laboral de las zonas rurales a las urbanas.
Urbanización: Como resultado de la industrialización, la gente se mudó a las ciudades en busca de trabajo. La población de las ciudades más grandes del país se disparó y surgieron nuevas ciudades en todo el país. La urbanización provocó hacinamiento, saneamiento deficiente y otros problemas asociados con el rápido crecimiento.
Inmigración: Estados Unidos también experimentó una ola de inmigración desde Europa, Asia y América Latina durante este tiempo. Entre 1880 y 1920, más de 25 millones de inmigrantes llegaron a Estados Unidos. Esta afluencia de inmigrantes trajo nuevas culturas y tradiciones al país, pero también generó un sentimiento antiinmigrante.
Cambio social: A principios del siglo XX surgieron varios movimientos sociales, incluido el movimiento por el sufragio femenino y el movimiento por los derechos civiles. Las mujeres lucharon por el derecho al voto, mientras que los afroamericanos lucharon por la igualdad de derechos y el fin de la discriminación.
Cambio político: La era progresista, que comenzó a principios del siglo XX, fue una época de reformas políticas. Los progresistas buscaron frenar el poder de las grandes empresas y mejorar las vidas de los trabajadores. También abogaron por programas de bienestar social, como seguros de desempleo y pensiones de vejez.
Estados Unidos era un país dinámico y cambiante a principios del siglo XX. Las fuerzas de la industrialización, la urbanización y la inmigración estaban transformando la nación y el cambio social y político estaba arrasando el país. A finales de siglo, Estados Unidos surgiría como una superpotencia global.