1. Precios de la plata en aumento: El valor de la plata experimentó un aumento significativo durante el siglo XX, en gran parte debido a su creciente demanda en aplicaciones industriales y al mayor interés inversor. Como resultado, la cantidad de plata necesaria para fabricar una sola moneda se volvió más cara que el valor nominal de la moneda misma.
2. Devaluación de monedas: Con el aumento de los precios de la plata, el valor de la plata en algunas monedas comenzó a exceder su valor nominal oficial. Esto creó un incentivo para que la gente fundiera monedas y vendiera la plata por su valor intrínseco, lo que provocó una escasez de monedas en circulación.
3. Ley de Gresham: La ley de Gresham establece que cuando hay dos formas de moneda en circulación, la moneda más valiosa tiende a atesorarse o exportarse, mientras que circula la moneda menos valiosa. En el caso de las monedas de plata y otros metales, la gente tenía una tendencia a conservar sus monedas de plata y utilizar el papel moneda menos valioso para las transacciones. Esto redujo aún más la disponibilidad de monedas de plata en circulación.
4. Estabilidad monetaria e inflación: Estados Unidos adoptó un sistema de moneda fiduciaria a principios del siglo XX, en el que el valor del dinero lo determina el gobierno y no está respaldado por activos físicos como el oro o la plata. Esto permitió un mayor control sobre la política monetaria y ayudó a estabilizar el valor de la moneda, haciéndola menos susceptible a las fluctuaciones de los precios de las materias primas.
5. Avances tecnológicos: El desarrollo de nuevas tecnologías y materiales en la producción de monedas hizo posible crear monedas duraderas y rentables sin el uso de metales valiosos como la plata. Los metales comunes, como el cobre, el níquel y el zinc, se utilizaron comúnmente en la producción de monedas debido a su menor costo y mayor disponibilidad.
En 1965, Estados Unidos interrumpió la producción de monedas de diez y veinticinco centavos de plata y, en 1971, dejó de acuñar medios dólares de plata. Hoy en día, la mayoría de las monedas estadounidenses están hechas de aleaciones de cobre y níquel, y un pequeño porcentaje de monedas están hechas de metales especiales con fines conmemorativos.