El factor más importante que condujo al crecimiento demográfico en la América colonial en el siglo XVIII fue la inmigración. Durante este tiempo, un gran número de personas de Europa llegaron a Estados Unidos en busca de libertad religiosa, oportunidades económicas y tierras. La mayoría de los inmigrantes procedían de Inglaterra, Escocia e Irlanda y se establecieron principalmente en las colonias centrales y Nueva Inglaterra.