En los primeros años de la guerra, Estados Unidos era oficialmente neutral. Sin embargo, el presidente Franklin D. Roosevelt brindó ayuda militar y financiera a los aliados, especialmente a Gran Bretaña y China. En diciembre de 1941, Estados Unidos entró oficialmente en la guerra tras el ataque japonés a Pearl Harbor.
Los estadounidenses estaban unidos en su determinación de derrotar a Japón y Alemania. Sin embargo, hubo algunas diferencias de opinión sobre cómo conducir la guerra. Algunos estadounidenses abogaban por una estrategia de "Europa primero", mientras que otros creían que Estados Unidos debería centrarse primero en derrotar a Japón.
Después de la guerra, Estados Unidos emergió como una superpotencia mundial. El país tenía un papel dominante en los asuntos internacionales y desempeñó un papel de liderazgo en el establecimiento de las Naciones Unidas.