2. Relaciones diplomáticas mejoradas: La crisis puso de relieve los peligros de la política arriesgada y la urgente necesidad de diálogo entre las superpotencias. Después de la crisis, hubo una mejora gradual en las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y la Unión Soviética, marcada por cumbres periódicas y negociaciones de control de armas conocidas como distensión.
3. Política de intervención limitada: La crisis de los misiles cubanos expuso los riesgos de una confrontación militar directa que involucre a potencias nucleares. Estados Unidos reconoció la necesidad de moderación y cautela en futuros compromisos en el hemisferio occidental, adoptando una política de intervención limitada y evitando enfrentamientos directos con la Unión Soviética.
4. Esfuerzos de no proliferación: La crisis amplificó las preocupaciones sobre la posible propagación de armas nucleares a otros países. Esto llevó a mayores esfuerzos tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética para prevenir la proliferación nuclear y fortalecer el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
5. Lecciones en gestión de crisis: La crisis de los misiles cubanos sirvió como catalizador para el desarrollo de estrategias de gestión de crisis y planes de contingencia tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética. Ambos países aprendieron la importancia de una comunicación clara, una diplomacia secundaria y una evaluación de riesgos en tiempos de crisis geopolítica.