La fiebre del oro trastocó el modo de vida tradicional de los nativos americanos y contribuyó al declive de sus prácticas culturales y sus medios de vida. Además, las enfermedades introducidas por colonos no nativos diezmaron aún más las poblaciones de nativos americanos.
Los impactos negativos de la fiebre del oro en las comunidades nativas americanas exacerbaron las tensiones existentes y, en última instancia, contribuyeron a la expulsión forzosa de muchas tribus de sus tierras ancestrales en las décadas siguientes.