Sin embargo, también había algunos terratenientes que trataban relativamente bien a sus siervos. Estos terratenientes proporcionaron a sus siervos alimentación y refugio adecuados y no los sometieron a abusos. En algunos casos, los terratenientes incluso permitieron que sus siervos poseyeran tierras y participaran en el gobierno local.
Las condiciones de vida de los siervos también mejoraron con el tiempo. En el siglo XVIII, el gobierno ruso comenzó a aprobar leyes que protegían a los siervos del abuso. Estas leyes limitaron la cantidad de tiempo que se podía exigir a los siervos para trabajar y también prohibieron a los terratenientes abusar físicamente de sus siervos. Además, el gobierno comenzó a alentar a los terratenientes a brindar educación y capacitación a sus siervos.
A pesar de estas mejoras, la vida de un siervo en la Rusia imperial seguía siendo difícil. Los siervos todavía estaban sujetos a los caprichos de sus terratenientes y no tenían derechos reales. En 1861, el gobierno ruso finalmente abolió la servidumbre, pero muchos de los problemas que habían enfrentado los siervos continuaron existiendo durante años.